Recostarnos bajo un árbol, sentir sus latidos junto a los míos, su cabeza en mi pecho y el techo que nos cubra sea sólo de estrellas. Que el pasto sea el suelo en el que permanecen nuestros pies y el cielo llame como siempre a nuestros ojos soñadores. Sinceridad risueña, confianza infinita y apoyo mutuo, que nuestros días sean tan complejos como el camino de un pez a contracorriente, tan alegres como un pájaro libre al viento, y tan simples como la capacidad de provocarnos sensaciones agradables. Caminar entre piedras y aguas inquietas; pero paso a paso resistir cada turbulencia. Noches y días de batallas, noches y días de amor. ¿Qué mas queremos? ¿Qué mas necesitamos?
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