Y claro, cómo no iba a ser feliz si le había dado vuelta el mundo.
Cómo no iba a ser feliz si la había hecho por fin escupir su ser interior al exterior sin miedos.
Cómo no iba a ser feliz si recibía lo que quería, lo que necesitaba, nada menos, y mucho más.
Cómo, si hasta las penas eran alegrías fortalecedoras junto a ella; cómo, cómo no ser feliz.
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