sábado, 21 de septiembre de 2013

La forma en que frunces el ceño...
Sí, comienzo de nuevo a hacer una lista de los gestos que amo de ti. "A ti te gusta todo de mí", y acertaste, me encantan diez de nueve expresiones de esas tuyas.
Pero sigo, frunces el ceño por extrañeza de algo, o cuando te mareas, y odio eso, pero amo el gesto, cómo me gusta la forma en que se curvan tus cejas, y tus ojos cambian una vez más de forma.
¿Te he dicho ya que amo la forma de transformarse completamente que tienen tus ojos?
Hoy noté que analizabas algo en mi por tu pupilas y tu mirada casi perdida, uno que otro flash back de tu mirada preocupada en una de esas ocasiones, los parpados cerrados libres en algún sueño, y la inconfundible alegría de tus grandes miradas, el verde al sol, el pardo a la sombra, lo hermoso siempre, tus ojos, lo tuyo.
La yema de los dedos, al teclear, ya lo dije pero, ¡cómo no resaltarlo! ahora te cohibirás si te miro al escribir, pero es una delicadeza tan especial, sólo tuya.
Las uñas de tus pies bien rojas, la ondulación perfecta de tu chasquilla, que no es chasquilla (y por eso me encanta), las aves de tu espalda tan negras en contraste con el blanco perfecto y vivaz de tu espalda, la suavidad de toda tu piel, la mezcla perfecta de tonos en tu pelo, tu forma de tomar agua de a poquitos, en gran parte por puro "tic", y tus salidas de madre en plenos momentos cursis, cresta, creo que me gustas, y me enamoré, de esa jovencilla de polerón burdeo, que ahora lee esto mientras me cohibo teniendolo presente.

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