martes, 18 de noviembre de 2014

Entre fantasía y fantasía me decía que rompiera el suelo, la tierra y sus raíces, entre campos, hojas y flores quemadas, las tocaba y las olía, decía que el prado era un campo de guerra sin balas, sin odiosos humanos y sin sentido definido, y yo le preguntaba, y ella me decía, que lo único que conocía era el pasto con olor a muerte, y la soledad coloreada por sonidos sordos, y ella en medio de la noche, en su metro cuadrado cercado a base de delgadas tiras de madera quemada, pintadas con un blanco nieve, y la nieve quemada, y su corazón en fuego, me decían que entre fantasía y fantasía, podíamos volar como hacían los cuervos.

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