Vi las colillas de cigarro camuflarse entre las hojas.
Me aburrí de leer los mismos carteles, saldrán de ahí por la noche a patadas? no lo creo, acá no.
Arrastré cinco veces una lata de ceveza, y me desplomé de vuelta como nunca antes.
Gracias a esa sombra y sus cigarros baratos, gracias a mis ganas de irme caminando, y a la luna persecutora.
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