No-leyendo. Uno de esos ratos congelables Imposibles, precisamente, de tocar, para no derretir con los dedos, ardientes lo que a una grisácea y dulce voz oí narrar. Así, en verde armonía me sedaban las letras, de incendio puro y aroma a deja vú en algo así como media hora de ensueño que me podrías regalar sólo tú.
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