martes, 18 de febrero de 2014

18 de junio de 2013

Y amanecí con una idea en la cabeza; sacar esa idea de ahí. Estaba molestando, estorbando, era inútil, casi subversiva para la -en ese momento- tranquila mente juvenil que finjo poseer, pero aún era una gran, gran idea, pero una idea inexistente, ¿qué es eso? quería quitarla, pero el sólo hecho de imaginarlo me era irrisorio.

Ahora voy a salir, un poco de aire y ya está, ¿no? un poco de ese montón de aire que acuña otro tortuoso mar de ideas en este irrelevante cuerpo. Pero no saldré, ¿cómo? es como pensar borrar la nada con un todo... no, no saldré, qué flojera, qué miedo.

Entonces continúo cobarde, mis horas, intentando sacar esa nada, un inexistente, el miedo derivado del lío que podía causar el hecho imposible de juntar mi nada con mi todo.

Entonces pasan mis días, con estos miedos, estos líos, estas imposibilidades, y estas nadas… pero sigo convirtiéndolas en un todo.

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